La salsa tiene en La Sonora Ponceña un pilar indiscutible. Siete décadas de música, tradición y modernidad se resumen en una trayectoria única. Fundada en 1954 por Enrique “Quique” Lucca, la agrupación se consolidó en Puerto Rico como referente del género, nutriéndose de raíces cubanas y de la herencia caribeña.
El sonido de la orquesta supo mezclar el son montuno, el bolero y el guaguancó con influencias de jazz y otros ritmos latinoamericanos. Así nació una marca inconfundible. La primera grabación de la banda coincidió con acompañamientos a Felipe Rodríguez y Davilita, aunque pronto el grupo comenzó a trazar su propio camino discográfico.
En 1957 debutó un niño prodigio: Papo Lucca, apenas con 11 años, asumió el piano. Décadas más tarde recibiría de su padre la dirección musical. El álbum Hachero pa’ un palo, publicado en 1968, definió la identidad de La Sonora Ponceña. Aportó nuevas texturas y dio cabida a voces históricas.
Luigi Texidor y Tito Gómez fueron parte de esa generación dorada. Más tarde se sumarían cantantes como Yolanda Rivera, Luisito Carrión o Héctor “Pichi” Pérez. El repertorio clásico de la agrupación incluye himnos como Fuego en el 23, Yambeque, Moreno soy y Boranda. Todos siguen sonando en emisoras de salsa.
Papo Lucca se consolidó como pianista genial y arreglista prolífico. Su nombre figura en discos de Celia Cruz, Johnny Pacheco y en sesiones con las Estrellas de Fania. La Sonora Ponceña también abrió espacio al merengue. En Fuego en el 23 apareció El sancocho prieto, muestra de la conexión con República Dominicana.
El grupo celebra -desde el pasado año- su 70 aniversario con giras internacionales y un repertorio renovado. Sus actuales integrantes continúan el legado con pasión y disciplina. La vigencia de La Sonora Ponceña confirma que la salsa, más que un género, es un lenguaje de identidad caribeña que sigue conquistando generaciones.