La revista Rolling Stone volvió a poner la salsa en el centro del debate musical con un artículo que repasa los 50 mejores discos del género, y como era de esperarse, el Caribe se impone con fuerza… y clave. El listado, publicado en su edición anglosajona, no solo es un festín para melómanos, sino un homenaje a la herencia musical de varias generaciones. Y entre los tambores, trombones y voces rasgadas por el sabor, Puerto Rico marca el paso con autoridad: siete de los diez primeros puestos tienen firma boricua.
En la cúspide, nombres legendarios como Héctor Lavoe, Willie Colón y Rubén Blades confirman que la salsa no es solo un ritmo, sino una narrativa viva del barrio, del amor, del desarraigo y de la resistencia. Rolling Stone destaca cómo estas producciones lograron fundir la sofisticación de los arreglos con la crudeza de la calle, abriendo caminos que aún hoy siguen transitando los nuevos salseros.
Pero no todo es borinquen. El sexto lugar lo ocupa nada menos que el venezolano Oscar D’León, con su aclamado álbum de 1978 Oscar D’León y su Salsa Mayor. Un trabajo vibrante donde confluyen boleros y guarachas, y en el que suena con furia el trombón que define buena parte de su estilo. Temas como Sandunguera, Ven Morena y Qué cosa tan linda siguen retumbando con la misma energía que hace casi cinco décadas. Para Rolling Stone, este disco “elevó el sonido de la salsa a nuevas alturas”.
El repaso continúa con otros clásicos que han resistido el paso del tiempo y siguen siendo referencia obligada: Roberto Roena se cuela en el puesto 12 con su explosiva percusión; Tito Puente hace lo propio en el 17; Willie Rosario (24), Bobby Valentín (25) y Gilberto Santa Rosa (26) también hacen valer el peso de la historia. Y como si fuera poco, en el peldaño 27 aparecen los inseparables Richie Ray y Bobby Cruz, mientras que Marc Anthony y La India cierran la representación boricua en los lugares 29 y 45, respectivamente.
Con este listado, Rolling Stone no solo desempolva vinilos y desata nostalgias, sino que reafirma que la salsa sigue viva, palpitando en los barrios, en las pistas y en las nuevas generaciones que heredan el legado con orgullo y sabor. Porque si algo ha quedado claro, es que el Caribe tiene el swing… y también la historia.