Nadie se va siendo solo un nombre. Rafael Ithier deja mucho más que partituras: deja un legado que vibra en cada nota, ritmo, corazón que alguna vez bailó al son de su música. Fue un embajador de Puerto Rico en escenarios del mundo, llevando alegría, pasión y orgullo a quienes lo escuchaban.
Como tantos artistas de la isla del encanto, su talento y su amor por la música lo impulsaron desde un origen humilde hasta los escenarios más grandes y los reconocimientos más importantes. Pero lo que realmente llenaba su corazón era el cariño sincero del público, que siempre lo acompañó y celebró su música.
Pocos conocen que Rafael Ithier sirvió en el Ejército de Estados Unidos y participó en la guerra de Corea, experiencias que marcaron su carácter y fortalecieron su disciplina. Autodidacta y decidido, cuando se disolvió “Cortijo y su Combo” —de la que formaba parte—, se convirtió en cofundador de El Gran Combo de Puerto Rico, la reconocida “Universidad de la Salsa”, inspirando un legado que se mantiene vivo a través de los años.
Fiel a su orquesta hasta sus últimos días, mantuvo un estilo de salsa auténtico, con arreglos sencillos y un sonido inconfundible. Nunca siguió modas ni buscó lo pasajero; su objetivo siempre fue que su grupo tuviera un sello propio que perdurara por décadas. Dos palabras resumen su vida y obra: sacrificio y perseverancia.
Ithier nunca antepuso su nombre ni quiso ser el protagonista único de su orquesta. Al contrario, supo repartir el protagonismo entre todos sus integrantes: Andy, Pellín, Aponte, Papo, “Chiquitín”, Jerry y, en años recientes, Anthony García y Joselito Hernández. Cada voz, instrumento, músico tenía su lugar. Porque El Gran Combo no era un proyecto personal, sino un colectivo, un verdadero sindicato musical.
Su filosofía artística también se reflejaba en las canciones: historias de la vida cotidiana, con humor o nostalgia, fáciles de entender y disfrutar, pensadas para bailar, celebrar y sentir. Además, llevó la salsa y el nombre de Puerto Rico a todos los rincones del planeta, convirtiendo a la orquesta en un símbolo cultural imborrable de la isla.
Hay temas del Combo que son auténticos himnos: No Hay Cama Pa´Tanta Gente (1971), Me liberé (1972), El Barbero Loco (1973), Un Verano En Nueva York (1975), Ámame (1978) y Brujería (1980), entre muchos otros. Cada canción es testimonio de su creatividad, pasión y amor por la música.
El mundo del sonido latino llora la partida de Rafael Ithier, pianista, compositor, productor y alma de El Gran Combo. Este sábado siete de diciembre, a los 99 años, despedimos al creador de la orquesta que marcó generaciones. Descanse en paz, maestro; su legado seguirá resonando en cada baile y en cada nota de salsa que su música nos regale.

