Miami vibró este sábado al ritmo del béisbol y la salsa. Y no fue un partido cualquiera: el estadio de los Marlins se transformó en una auténtica pista de baile con sabor caribeño, donde la voz de Lucrecia reavivó el fuego musical de Celia Cruz. La cantante cubana, radicada en España, no solo se subió al escenario para interpretar los grandes himnos de La Guarachera de Cuba, sino que también protagonizó el simbólico primer lanzamiento del juego. Un gesto que unió deporte, música y memoria en una noche que ya es historia.
Bajo el paraguas del espectáculo Celia Vive, único tributo avalado oficialmente por el legado de Celia Cruz, Lucrecia desplegó un repertorio de clásicos como Quimbara, Bemba colorá y La negra tiene tumbao, acompañada por una orquesta de primer nivel y arreglos que respetaron el espíritu original sin dejar de aportar frescura. La artista supo impregnar cada tema con su personalidad y, al mismo tiempo, rendir honores a la que muchos consideran la voz más poderosa de la música latina del siglo XX.
La cita tuvo un sabor especial: coincidía con el centenario del nacimiento de Celia y con el lanzamiento del nuevo sencillo de Lucrecia, Guayabera de Melao. La canción, inspirada en una icónica imagen de Celia Cruz luciendo una guayabera verde, es un homenaje sin artificios a la elegancia popular de Cuba y a la figura de la mujer caribeña. Con producción musical del veterano Isidro Infante y el respaldo de Omer Pardillo-Cid, la pieza apunta directo al corazón del bailador tradicional.
Más allá del espectáculo, la velada sirvió también como reafirmación cultural. En una ciudad como Miami, donde la comunidad latina marca el pulso, este tipo de eventos actúan como rituales de identidad. Y Lucrecia, que lleva años defendiendo el legado de Celia con una mezcla de respeto y alegría contagiosa, ha sabido consolidarse como heredera legítima del carisma y la potencia de su compatriota.
Lo que ocurrió en el estadio de los Marlins no fue solo un concierto ni un lanzamiento ceremonial. Fue una declaración de amor a la música cubana, un puente entre generaciones y una fiesta con sabor a melao y guayaba. En plena era de reguetón, Lucrecia demostró que la salsa sigue viva, coleando y, sobre todo, emocionando.