Melcochita


Nacimiento: 17 de septiembre de 1936, Lima, Perú.
La trayectoria artística de Pablo Villanueva Branda, más conocido como Melcochita, es una de las más singulares y entrañables de la música y el espectáculo en América Latina. Peruano de nacimiento ha sabido compaginar como pocos la seriedad del sonero clásico con la picardía del humor criollo, ganándose el cariño de varias generaciones tanto en su país como en la diáspora latina.
Melcochita comenzó su andadura en los años 50, en un entorno donde la música cubana y el bolero reinaban en las radios limeñas. Con una voz rasgada, rica en matices y una afinación natural, pronto se dejó notar en los bares del Rímac y en las emisoras locales. Su primer gran salto lo dio con el grupo Los Karamandukas, y más tarde con La Sonora de Lucho Macedo, donde se forjó como un sonero con sello propio. Su estilo vocal bebía directamente del sabor de Benny Moré y del fraseo callejero del son montuno, pero con una identidad absolutamente peruana.
A diferencia de otros cantantes de salsa o guaracha, Melcochita no se limitó al canto: también cultivó el arte del humor popular. Su faceta de cómico televisivo, capaz de mezclar sátira social con desparpajo, le convirtió en un personaje transversal, presente en hogares de todo tipo. Pero su carrera musical nunca se apagó: grabó discos en Nueva York con leyendas como Johnny Pacheco, alternó con Celia Cruz y se ganó el respeto de la escena salsera más exigente.
Lo extraordinario de Melcochita es su capacidad para sobrevivir a las modas. Ha grabado salsa dura, boleros, guarachas, chachachás y hasta baladas, siempre desde un lugar de autenticidad. Incluso en su vejez, su energía escénica no mengua: con más de ocho décadas a cuestas, sigue grabando, actuando y haciendo reír, como si el tiempo le hubiera hecho una reverencia. Su frase “¡No vayan!” se ha convertido en un latiguillo nacional, pero detrás del humorista hay un músico serio, intuitivo y lleno de sabiduría.
Melcochita es, en definitiva, una figura insólita y entrañable: el hombre que puede hacerte reír y llorar en la misma noche. Un cronista sonoro de su tiempo, con calle, con voz y con memoria. En él se funden lo popular y lo profundo, lo espontáneo y lo cultivado. Y por eso, más allá de su Perú natal, sigue siendo un referente de lo que la música tropical puede llegar a ser cuando se canta con gracia, con garra y con verdad.