Johnny Pacheco

Pacheco fue el arquitecto del sonido Fania. No solo tocaba música, la inventaba. Nació en la República Dominicana pero se crió y vivió en Nueva York. Fue uno de esos artistas que vio más allá del ritmo para construir un movimiento cultural. Flutista virtuoso, compositor, director de orquesta y mente maestra detrás de la Fania, Pacheco es algo más que un músico: fue el alma de una revolución sonora que cambió la historia de la música latina.

Desde joven, mostró una habilidad natural para los instrumentos, pero fue la flauta la que lo llevó al estrellato. Su primer gran éxito llegó con su charanga a comienzos de los 60, cuando el mambo y el pachanga llenaban los salones de baile en Nueva York. Pero Johnny tenía planes más grandes. En 1964 cofundó Fania Records, y con ello puso la primera piedra de lo que sería conocido en todo el mundo como “salsa”.

Pacheco no inventó el término, pero sí ayudó a consolidarlo como un género propio. Reunió a músicos de distintas raíces —puertorriqueños, cubanos, colombianos, neoyorquinos— y los unió bajo una misma bandera: la de la música que quemaba en las calles del Bronx y Harlem. Fue el cerebro detrás de las Fania All-Stars, ese súper grupo que llevó la salsa a escenarios internacionales y la convirtió en identidad para millones de latinos.

Como director de orquesta, Johnny tenía un oído quirúrgico. Sabía cuándo entrar con una campana, cuándo dejar que la conga hablara y cuándo soltar el solo de flauta que rompía la pista. Su trabajo con Celia Cruz, Héctor Lavoe, Rubén Blades y Willie Colón no solo marcó época, sino que definió el sonido de una generación.

Más allá del estudio, Pacheco fue un conector de talentos, un visionario que entendía que la salsa era más que música: era orgullo, sabor y resistencia. Su carisma, su risa contagiosa y su amor por el arte lo convirtieron en una figura querida tanto por músicos como por el público. Para muchos, Johnny era el tipo que organizaba la fiesta… y también quien sabía cuándo soltar el golpe perfecto.

Johnny Pacheco falleció en 2021, pero su legado vive en cada descarga, en cada coro sabroso, en cada canción que todavía levanta multitudes. Fue el arquitecto de una era dorada, el que convirtió la salsa en himno y hogar. Y como buen director, supo cuándo dejar hablar a los demás, pero también cuándo entrar con fuerza y cambiarlo todo.